Muerdo tu cuello como deleite,
manjar que mi boca desea,
sedienta de locura tras tu huella,
va mi lengua dejando su ruta.
Llego a tu oído susurrando,
los placeres infinitos del erotismo,
relamiendo el deseo que te embarga
muriendo en un aliento desinhibido.
Llegar a tu boca que es de fuego,
saborear el elíxir que me ofreces,
cual manzana jugosa yo la muerdo,
y alimento este fuego que me estremece.
Saciando los sabores de tu hombría,
aromas que me embriagan y me elevan,
muero en el deseo que me provocas,
y me alimento de tus besos cada día…